El hardware interno es común a ambas y se trata de un Intel Atom X7 (Z8750) de cuatro núcleos que funciona a 2,56GHz. En el modelo gordo va acompañado de 8GB de RAM y 128GB en formato SSD, mientras que en el Lite, esas cantidades se reducen a la mitad. Otras diferencias importantes las tenemos en las cámaras y baterías: 6.120mAh, 8 y 5 megapíxeles en el modelo potente, y 4.080mah con 5/1 megapíxeles en el Lite.
Sus creadores dicen que los prototipos no tienen problema para ejecutar juegos conocidos como “Batman: Arkham City”, “Dark Souls 2”, “DmC: Devil May Cry”, “Mirror’s Edge”, o “Metal Gear Rising: Revengeance”. Echad un vistazo al vídeo:
Gracias a un sistema dualboot, en PGS creen que no habrá problema para cambiar de Windows 10 a Android 6.0 Marshmallow. Cuando estamos con el sistema operativo de Microsoft la pantalla secundaria hace las veces de trackpad, o teclado.Parándonos en el fenómeno Kickstarter, comentar que allí piden 100.000 dólares por hacerla realidad, y ya están cerca de doblar esa cifra, con 26 días por delante para mejorarla. La cosa pinta bastante factible.Es muy interesante echar un vistazo a lo que ocurriría si van pasando barreras en la recaudación: si llegan a 350.000 dólares, crearán un modelo con pantalla secundaria de tinta electrónica, que consumirá mucho menos. También contemplan la posibilidad de meter el hardware de comunicación para que en modo Android tengamos todo un teléfono.
PGS Labs quiere ponerla a la venta en marzo del año que viene, y viendo que la cosa avanza fácil, pensamos que es una posibilidad bastante real. Estaremos atentos a sus avances, mientras podéis pensar si su precio es atractivo o no: PGS cuesta 280 euros, y el modelo Lite, 230 euros. Los precios cambian según las contribuciones que se van planteando, algunas muy interesantes pero ya agotadas.
Para los que no confíen en este tipo de iniciativas, aseguran que el Kickstarter que han montado es para conocer el interés real por su proyecto, pero que tienen ya socios en China que les pueden garantizar la producción de una buena cantidad de consolas, y asumir ampliaciones en la demanda.Las baterías de nuestros dispositivos móviles se han convertido en protagonistas de nuestra experiencia de usuario, pero hace mucho que son también componentes críticos en ordenadores portátiles. ¿Ha mejorado la tecnología integrada en esas baterías? ¿Cuál es la mejor forma de exprimir estos componentes y sacarles el mayor partido?
Es lo que trataremos de explicar al aclarar algunos de los mitos y realidades más importantes de las baterías en portátiles. Si queréis saber cuándo debéis cargar vuestros portátiles, si debéis tenerlos enchufados todo el tiempo o qué pasa con los ciclos de recarga, atentos.En nuestros portátiles solemos encontrar dos tipos de batería: de ión de litio y de polímero de litio. Ambas se caracterizan por su ya consolidada producción masiva -lo que ha permitido abaratar el precio de estos componentes- y su buen comportamiento excepto a altas temperaturas, algo de lo que hablaremos más adelante.
La diferencia fundamental entre ambas es la forma en la que la sal de litio está contenida en esas baterías: mientras que en las baterías de ión de litio ese componente está contenido en un solvente orgánico líquido, en las de polímero de litio el continente es un compuesto polimérico similar a un gel.
Una de las primeras preguntas que suelen hacerse los usuarios de portátiles es qué pasa cuando uno trabaja con el portátil en casa o la oficina. ¿Debe dejarlo siempre conectado? ¿Debe desconectarlo en cierto momento para que la batería no se degrade? ¿Dejarlo conectado todo el tiempo puede provocar algún tipo de sobrecarga?
La respuesta es sencilla: podéis dejar vuestros portátiles enchufados todo el tiempo que queráis, porque no hay peligro de que sobrecarguéis el portátil. En cuanto la batería está totalmente cargada ese proceso se detiene, y no vuelve a iniciarse hasta que el voltaje de la batería cae por debajo de cierto nivel.
Cuando uno utiliza el portátil sin estar enchufado acaba llegando un momento en el que aparecen los avisos de batería baja que el sistema operativo muestra y que nos recuerdan que debemos recargar el portátil.
Si no tenemos el cargador o un enchufe cerca no hay mayor problema, ya que podremos agotar la batería al máximo, dejar que el ordenador se apague por falta de batería y realizar esa recarga de la batería más tarde. Sin embargo dejar esa batería descargada durante un largo periodo de tiempo puede situar ese componente en un estado de descarga profundo (otra de las formas de indicar el estado de la carga) del que podría no recuperarse nunca más.
Este analizador de batería de la empresa Cadex cuenta con opciones de impulso de batería que permiten recuperar baterías en un estado profundo de descarga.
Las baterías de ión de litio cuentan con un circuito de protección que evitan un "abuso" de la batería. Eso hace que entre otras cosas la batería no se vuelva inutilizable si se "sobredescarga", pero ese mecanismo no siempre funciona. Cuando las baterías se "duermen" los cargadores ofrecen una pequeña carga impulsora -pulsos de muy corta duración pero de voltaje muy alto- para activar ese circuito de protección, y si se detecta que una de las células empieza a cargarse, se inicia el proceso normal. Lamentablemente ese mecanismo no siempre funciona,
Ese concepto del apartado anterior nos lleva a otro concepto importante: cómo se describe el estado y condición de una batería. Hay varios tipos de formas de presentarlo, aunque el más extendido es el estado de carga (State of Charge, SOC), que es un porcentaje de la capacidad máximo. Otra de las formas de expresarlo es la profundidad de descarga (Depth of Discharge, DOD), que también es un porcentaje sobre la carga máxima: se suele aceptar que un 80% de DOD supone haber entrado en una fase de descarga profunda, y esto es peligroso.
Otras medidas son el voltaje de la terminal -varía con el SOC y la corriente de carga y descarga-, el voltaje del circuito abierto -el que existe entre los terminales de la batería cuando no hay carga aplicada- y la resistencia interna, que varía y depende del estado de carga: a medida de que la resistencia interna aumenta, la eficiencia de la batería se reduce y la estabilidad térmica se reduce porque cada vez más energía de carga se convierte en calor. Mal asunto de nuevo.
Todas las baterías de este tipo tienen cierta vida útil que se mide en ciclos de recarga. No hay un estándar que especifique lo que constituye un ciclo de recarga de forma detallada, pero se suele asumir que un ciclo de recarga completo se aplica cuando recargamos la batería (de nuevo, no está aceptado que haya que cargarla por completo) tras descargarse por debajo del 20%.
La forma de contar esos ciclos de carga varía según los fabricantes, pero en Apple dan un buen ejemplo de cómo lo hacen ellos: "podrías haber usado la mitad de la carga de tu portátil un día y podrías recargarlo por completo. Si hicieras lo mismo al día siguiente, eso contaría como un ciclo de carga, no como dos. De este modo, podría llevar varios días completar un ciclo de carga".
Todas las baterías de ese análisis mostraron una reducción de su capacidad a medida que los ciclos de carga iban consumiéndose. De un 88-94% de capacidad inicial pasaron a un 73-84% tras 250 ciclos de recarga. Fuente: Battery University.
Como explican en ese mismo documento, se recomienda sustituir la batería una vez se alcancen el máximo número de ciclos de carga. Podremos seguir usando esa batería, pero notaremos una inevitable reducción en la autonomía de esas baterías que se irá agravando con el tiempo, algo que explican muy bien en Battery University. Allí comentaban por ejemplo cómo incluso durante el primer año de uso las baterías no logran dar el 100% de su capacidad: por un lado su almacenamiento hace que pierdan capacidad, pero por otro los fabricantes dan datos a menudo optimistas porque "saben que pocos usuarios comprobarán esa capacidad y se quejarán".
Cada portátil es un mundo porque integra baterías de distinta capacidad y con diferencias sutiles que pueden hacer que el número de ciclos de recarga soportados sea variado. En Apple ofrecen una estimación de sus equipos en la que vemos cantidades que van desde los 300 ciclos de los viejos modelos a los 1.000 de los nuevos. No muchos fabricantes lo dejan tan claro, y por ejemplo en los Dell XPS 13 se criticaba que ese número llegara solo teóricamente a los 300 ciclos, algo que supondría un sobrecoste para usuarios que quisieran seguir manteniendo a raya ese apartado.Si hay un elemento que afecta a la vida útil de las baterías, ese es el calor. No solo eso: es también un parámetro que puede condicionar el correcto funcionamiento de las baterías de las que estamos hablando, convirtiéndolas incluso en baterías "explosivas", algo que ha causado numerosos casos de devolución de equipos de fabricantes y que también afecta a otros productos como los recientes hoverboard.
El uso de equipos en localizaciones en los que la temperatura está por encima de los 30 grados puede tener consecuencias importantes para la vida útil de nuestros equipos, y de nuevo tenemos un documento de Battery University que revela que las baterías de ión de litio "sufren de estrés cuando se las expone al calor de la misma forma que lo sufren al someterlas a un alto voltaje de carga".
Estimación de la capacidad recuperable de una batería de ión de litio al almacenarla durante un año a diversas temperaturas. Fuente: Battery University.
Como se puede apreciar en esa tabla, las temperaturas inciden de forma directa en el rendimiento que obtenemos de nuestras baterías, y por eso si algún día tenéis que almacenar una batería durante un largo periodo de tiempo lo mejor que podéis hacer es 1) Dejarla cargada al 40-50% (para evitar un estado profundo de descarga prolongado) y 2) almacenarla en un sitio fresco. Incluso es adecuado tapar los terminales metálicos de la batería con cinta aislante para evitar conductividad accidental o cortocircuitos y meter la batería en una bolsa con cierre hermético para protegerla de polvo y suciedad.
Si el calor es malo para las baterías, el frío debería ser bueno, ¿verdad? Pues no. Ese mito extendido de que almacenar las baterías en un congelador o en la nevera puede mejorar su comportamiento es uno de los más populares, pero no es necesariamente cierto.
Aunque en cierto tipo de baterías -como las de NiMH o NiCD, prácticamente en desuso hoy en día- la degradación incluso a temperatura ambiente es apreciable y se puede ralentizar con temperaturas bajas, las baterías de ión de litio y de polímero de litio no son tan sensibles a ese problema -sí a temperaturas elevadas, como decíamos-, y de hecho mantener baterías en el congelador o la nevera puede dañar las baterías. La condensación puede provocar corrosión los contactos o el sellado.
Hay casos en los que no obstante este método puede servir para otro propósito: recuperar una batería "muerta". En foros de discusión y algunos blogs los usuarios han contado como almacenar esas baterías aparentemente irrecuperables en el congelador durante 14 o 15 horas podía ser útil. El proceso es sencillo -meter la batería en una bolsa sellada en el congelador, sacarla tras ese periodo, dejarla que recupere su temperatura normal antes de meterla en el equipo y realizar varios ciclos de recarga completa- así que si estáis en ese caso quizás podáis verificar si el método funciona o no.