En Windows no suele estar claro cuántos ciclos de uso tiene la batería del portátil. De todos modos, hay un método sencillo para averiguarlo.
Lanza la aplicación CMD (la línea de comandos) en modo administrador. Y teclea powercfg -energy. Al cabo de un rato (un minuto o así), tendremos en C:\WINDOWS\system32\energy-report.html un informe en el que, en el apartado de la batería, encontramos datos sobre los ciclos de nuestra batería.De todos los enemigos de las baterías, el que sí supone un riesgo real de degradación de la capacidad, es el calor. Si una batería de LiIon o LiPoly (Polímeros de Litio) se calienta por encima de su temperatura “normal” de funcionamiento, la capacidad se degradará rápidamente.
Incluso puede suponer un antes y un después: antes del calentón la batería estaba bien, pero después la autonomía es sustancialmente menor. La química de las baterías es especialmente sensible al calor.
Por ejemplo, tener el portátil al sol, o que no esté bien refrigerado mientras ejecutamos aplicaciones que demanden un elevado uso de CPU, son fuente de sobrecalentemientos. El mayor beneficio de quitar la batería en un portátil mientras está enchufado a la corriente es el de evitar que el calor generado por el portátil suponga un riesgo de degradación para la química de la batería.Según esto, ¿qué pasa en los portátiles con baterías integradas? Es una pregunta legítima. Aunque en estos casos, los fabricantes pueden apostar por el uso de materiales tales como el Aluminio para disipar el calor del sistema.
Es el caso del Asus VivoBook Pro N552VX, con una carcasa fabricada en Aluminio donde el calor se disipa a través de la superficie reduciendo el impacto de la temperatura en la batería.
La capacidad de las baterías se suele dar en mAh o en Whr. Son cifras que por sí solas puede que no nos digan nada realmente, pero están conectadas con aspectos tangibles y reconocibles de los equipos si nos paramos a pensar. El parámetro más “visual” es el que da la capacidad en Vatios hora (Whr). Existe una relación directa entre Whr y mAh: los Whr se obtienen multiplicando los mAh por el voltaje de la batería y dividiendo entre 1.000.Por ejemplo, para una batería es de 3.200 mAh, con un voltaje de 15 Voltios. El resultado es una capacidad de 48 Whr. Esta cifra indica que esta batería es capaz de alimentar un equipo que consuma 48 W durante una hora. Si el equipo consumiese 24 W, podría alimentarlo durante dos horas, y así sucesivamente.El consumo de los equipos portátiles no es constante y depende del procesador, la pantalla, los componentes de red, etcétera. Cuando están en reposo consumen prácticamente cero Vatios. Para aplicaciones ligeras con procesadores estándar Core i, pueden consumir entre cinco y diez Vatios, y para tareas muy exigentes pueden consumir cerca de 20 Vatios. De ahí que la autonomía no siempre sea una ciencia exacta.
Pero claro, la gráfica dedicada de NVIDIA habla por sí sola: una NVIDIA GeForce GTX 980 (no una 980M, no) se encargará de dominar el apartado gráfico con solvencia, y lo cierto es que los resultados, de los que hablaremos más adelante, hablan por sí solos. Esta GPU está basada en la arquitectura Maxwell y cuenta con un proceso de fabricación de 28 nm. Sus 2.048 Shaders ya nos hablan de una solución mucho más capaz que otras del mercado incluso en portátiles para gaming, y además está acompañada por 8 GB de memoria GDDR5 que pueden funcionar a una frecuencia máxima de 3,5 GHz.Otra de las estrellas a las que es imposible no prestar atención es el sistema de almacenamiento: las dos unidades SSD en formato M.2 PCIe con NVMe son el máximo exponente de lo que podemos encontrar hoy en día en sistemas de almacenamiento en portátiles.
Están configuradas en RAID 0, lo que permite disfrutar de 1 TB de capacidad, pero sobre todo de hacerlo a velocidades impresionantes, como hemos podido confirmar en nuestras pruebas: 3.290 MBps y 3.024 MBps en lecturas y escrituras secuenciales según CrystalDiskMark son cifras que jamás habíamos visto antes y que demeustran hasta dónde pueden llegar estas unidades.En este modelo, eso sí, no pudimos disfrutar de la pantalla UHD (3.920 x 2.160), y tuvimos que conformarnos con esta pantalla FullHD que tiene una resolución nativa de 1.920 x 1.080. Se trata de una pantalla mate, sin brillo -algo importante en el ámbito de los videojuegos- y que además aprovecha la ya citada tecnología G-Sync de NVIDIA para sincronizar la frecuencia de refresco de la pantalla con la de la GPU, algo que hace que mejore la fluidez y la calidad de la experiencia visual en todo tipo de ámbitos, pero sobre todo en videojuegos.
No solemos probar equipos de este calado en estos tiempos en los que el gran público elige soluciones normalmente más compactas: los ultraligeros y los convertibles dominan el mercado, y son pocos los que se lanzan a un mercado como el que protagoniza el ASUS GX700. Esa ha sido la razón de que haya sido difícil compararlo con otros equipos a la hora de realizar las pruebas sintéticas, pero los resultados son los esperados: el ASUS ROG GX700 marca la diferencia.Estas pruebas están realizadas en el modo Extreme, uno de los que podremos elegir en el Gaming Center de ASUS que también dispone de un modo estándar más conservador, otro Optimized que está orientado a la eficiencia energética -qué ironía en un equipo como este- y otro Manual en el que podremos configurar parámetros de overclocking como los multiplicadores de cada núcleo en la GPU o el offset del procesador y la memoria que determinarán la frecuencia de trabajo de la GPU y de la memoria gráfica en este caso.
Esa capacidad de overclocking puede ser por tanto establecida en todo momento gracias a esa sencilla utilidad, y desde luego en tareas intensivas sobre todo en el ámbito de la CPU la diferencia es notable. Un pequeño dato a tener en cuenta: también dejamos activada la característica G-Sync, algo que podría influir sensiblemente perjudicando algunos de los resultados finales.
Como podéis apreciar en algunas de las pruebas que realizamos en modo estándar (sin overclocking) y en modo extremo, los resultados pueden llegar a variar de forma notable. Es ahí donde precisamente la refrigeración líquida del módulo Hydro Overclocking desempeña una labor fundamental, y permite mantener a raya la disipación térmica de la RAM, la CPU y la GPU, aunque el margen de maniobra en esta última es algo menor.
Lo que es evidente es que ASUS cumple con lo que podríamos esperar de un equipo con esta configuración, sobre todo cuando uno quiere aprovechar esa capacidad de overclocking que sin duda puede aportar un extra importante en todo tipo de juegos. La refrigeración líquida siempre ha sido una excelente acompañante de estas tareas, y las ayudas propuestas por el fabricante hacen que todo el proceso esté accesible a cualquier usuario de forma sencilla.El equipo llega con Windows 10 Home pero sobre todo lo hace con una serie de utilidades y aplicaciones software que permiten aprovechar muchas de las prestaciones avanzadas que ofrece esa refrigeración líquida y esa faceta del overclocking del que hablábamos anteriormente.
La más destacada de todas ellas es sin duda Gaming Center, en la que encontraremos diversos perfiles de uso y una serie de parámetros que podremos ajustar para hacer que el equipo se comporte de forma óptima en cada situación. Hemos hablado ya de esos modos de overclocking que permiten ir forzando CPU, GPU y memoria en mayor o menor medida, pero también es posible configurar otros muchos parámetros que afectan por ejemplo al teclado o al sonido.
Utilidades como Sonic Radar II y Sonic Studio II se sitúan como útiles compañeras en el ámbito del sonido tanto para monitorizar las actividades de audio durante las sesiones de juego como para afinar los ecualizadores o darle más fuerza a los bajos si así lo deseamos. Aquí hay que mencionar el hecho de que ASUS integra cuatro altavoces que se comportan de forma notable, aunque echamos en falta un subwoofer que ayudaría en el terreno de los citados bajos.
A esas herramientas también se le suman una serie de soluciones para mantener el equipo siempre actualizado -Live Update, Smart Gesture, o WinFlash- y a la última en materia de controladores o las importantes actualizaciones de la BIOS. Ya hemos hablado de la herramienta XSplit Gamecaster, otra de las que seguramente interesarán a los jugones, y que permite retransmitir sus partidas en directo fácilmente.
Obviamente todos estos datos quedan atrás cuando uno realmente comienza a disfrutar del equipo con el objetivo de exprimirlo en los escenarios en los que estaba pensado. Aquí es evidente que para un usuario tradicional -es mi caso- el valor y empaque de la propuesta se ve de forma distinta a como lo vería un gamer puro, pero lo cierto es que es difícil no dejarse sorprender por un equipo que es un verdadero monstruo en todo.
Para empezar, no es habitual contar con un teclado de tamaño completo -con teclado numérico incluido-, algo que desde luego es muy de agradecer en todo tipo de escenarios, pero más en el del gaming. Aquí, no obstante, quizás hubiéramos ido más allá: ASUS quizás debería haber tratado de integrar un teclado mecánico como ya han hecho algunos competidores, y aunque el tacto y recorrido de las teclas es correcto, es probable que los gamers que se gasten 4.500 euros en un equipo de estas características echen en falta ese detalle.
Lo mismo ocurre con el touchpad, menos relevante de lo que sería en un equipo orientado a otras tareas. El tamaño es muy decente -curiosa esa forma trapezoidal, por cierto-, y encontramos algo exagerados los botones izquierdo y derecho de ese touchpad, pero no es difícil acostumbrarse a ellos y seguramente vengan bien en sesiones de juegos en los que podamos usarlos. Aquí, más pegas, porque ASUS también debe tener muy claro que un gamer jugará la inmensa mayoría de las veces con un ratón específicamente diseñado para este propósito.
El comportamiento del equipo es como era de esperar espectacular en videojuegos, y aunque desde luego la pantalla 1080p de 17,3 pulgadas es una excelente opción para este apartado, también nos preguntamos si eso será suficiente para un gamer que seguramente esté acostumbrado a mayores diagonales e incluso a frecuencias más elevadas durante las sesiones de juego. La pantalla cumple todos los requisitos que podríamos demandar, pero de nuevo surgen las dudas a la hora de tener en cuenta que este no es un equipo portátil como tal, sino un equipo que moveremos más bien poco.
En esas sesiones de juego y de pruebas una cosa quedó clara: que haya un sistema de refrigeración líquida no supone que el equipo sea silencioso. Ni mucho menos, así que cuidado con las expectativas en ese sentido. Una vez conectamos el equipo al Hydro Overclocking notaremos cómo el ronroneo de ese sistema -presente incluso en periodos de baja actividad (idle)- es como el de un motor de un coche deportivo: siempre quiere que sepas que está ahí para darte la potencia necesaria cuando la necesitas.