En cualquier caso, a nosotros realmente nos importa muy poco saber quién mueve los hilos en el mundo del famoseo o cómo hay que hacer para pillar in fraganti a la famosa de turno para robarle una fotos en topless. Lo que realmente nos interesa es el lado tecnológico de su trabajo.Para este articulo hemos contado con la colaboración de cuatro profesionales. Tres de ellos no tienen problemas en reconocer que son paparazzi, mientras que el cuarto es un fotoperiodista cuyo trabajo es diferente y está directamente relacionado con el deporte. La inclusión de este último, como veréis, nos ha servido para tener otra perspectiva y darnos cuenta de que el equipo que usan unos y otros no varía apenas entre ellos.
Por supuesto, la cámara es el arma principal de cualquier fotógrafo, sea del tipo que sea. Y por supuesto nuestros profesionales usan cámaras réflex digitales de objetivos intercambiables, que garantizan rapidez de enfoque y uso. Curiosamente además, tenemos un empate entre las dos marcas que dominan el mercado de cámaras fotográficas a nivel mundial: Canon y Nikon.Enric Bayón por ejemplo utiliza dos Canon EOS 5D Mark III, un modelo con sensor full frame de 22,3 megapíxeles, lo que le permite hacer fotos con menos ruido en bajas condiciones lumínicas. Si os parece raro que utilice dos hay que aclarar que esto es de lo más habitual entre todo tipo de fotógrafos (que siempre llevan un segundo cuerpo de respaldo por si, en medio de la faena, uno de ellos dejara de funcionar)
LA CÁMARA ES IMPORTANTE, PERO NO TANTO COMO PUDIERA PARECER EN PRINCIPIO
De su trabajo se puede comentar por ejemplo que una de sus fotos fue la portada que desveló el romance del futbolista Piqué y la cantante Shakira, y también es interesante saber que es autor del libro “Secretos de un paparazzi” en el que cuenta las intimidades de esta profesión y desvela que es mucho más dura de lo que pueda parecer desde fuera. Un trabajo en la sombra que tiene muy poco de glamour y bastante de una mezcla de detective y soldado.Si cambiamos de marca tenemos a Joan Lladó, paparazzi afincado en Mallorca y que trabaja para Associated Press (entre otras), que también apuesta por el formato completo de su Nikon D610. Eso sí, hay que saber que ese trata del modelo más económico de los que llevan este tipo de sensor dentro del catálogo de la firma nipona. Esto que podría suponer derribar un mito respecto al hecho de que los paparazzi están siempre a la última en tecnología, tampoco es tan extraño. Tened en cuenta que estamos hablando de profesionales freelance que usan unos equipos que requieren una inversión bastante grande. Lo cierto es que la cámara es importante, pero no tanto como pudiera parecer a tenor de los fotógrafos consultados.
Por supuesto, en el equipo de este tipo de fotógrafos no pueden faltar los teleobjetivos, que son los que verdaderamente suelen identificarles. Esa especie de cañones que, por ejemplo, solemos ver alrededor de los campos de fútbol. Uno de los que se apostan habitualmente en esas posiciones es Rafa Aparicio, fotógrafo de eventos y sobre todo de deporte, que con su cámara inmortaliza a las estrellas del balón.
Rafa suele llevar con él varios objetivos Nikon, entre ellos un 300 mm 2.8 y un zoom 70-200 2.8. A un profano quizá le pueda sorprender que el alcance en milímetros de estos objetivos no dista apenas del de lentes que se pueden comprar a precios reducidos en cualquier tienda. La diferencia está en la luminosidad (esos 2.8 que aparecen detrás de la distancia focal), imprescindible cuando la luz escasea y que es lo que hace aumentar notablemente el tamaño de los objetivos (y por supuesto también el precio) hasta convertirlos en auténticos cañones.
LOS GRANDES TELEOBJETIVOS SUELEN SER LO QUE VERDADERAMENTE LES IDENTIFICA
Otro que no sale sin un teleobjetivo en su equipo es Raúl Terrel, paparazzi que trabaja para Europa Press (entre otras) y que es de esos que se apostan en verano tratando de captar la foto que les salve la temporada. Su lista de objetivos habitual incluye un Canon 24-105 f.4, un 70-200 f2.8 y un Sigma 150-600 de la Serie S, más otro Canon de 500 mm f.4. Estos dos últimos objetivos ya sí se salen un poco de lo habitual en el equipo de fotógrafos aficionados (o incluso los avanzados), que no suelen llevar nada por encima de los 300 milímetros.
Como podéis ver en el cuadro que hemos elaborado como resumen del equipo habitual de nuestros protagonistas, la mayoría de objetivos que poseen son de la misma marca de su cámara, lo que siempre suele garantizar calidad y la máxima compatibilidad. Además, son objetivos bastante similares (incluso en el caso del fotoperiodista), puesto que su tarea no difiere mucho: ser capaces de tomar una foto de algo que sucede a cierta distancia.A este fin ayuda también un accesorio que suele aparecer también en las mochilas de estos fotógrafos: el duplicador. Un elemento que, como su nombre indica, duplica la focal de los objetivos con los que se combina haciendo que el alcance de los mismos se multiplique.
Y con esto ya hemos entrado de lleno en el terreno de los accesorios que suelen emplear estos profesionales. Unos elementos que, siendo menores, pueden llegar a a ser insustituibles. Por ejemplo el monopié, un accesorio que con semejante tamaño de objetivos se hace muy necesario. Se trata de algo que tampoco suele formar parte del equipo de todos los fotógrafos, digamos... "normales" pero sí es imprescindible en los paparazzi. “Seria imposible aguantar sin él las largas esperas con el objetivo en alto”, nos cuenta Raul Terrel.Por supuesto, en sus equipos tampoco faltan tarjetas de memoria de sobra (por lo que pueda pasar) acompañadas con un lector, baterías de repuesto y un buen flash en casi todos los casos. Todos ellos accesorios bastante comunes para cualquier fotógrafo.
El teléfono móvil y el portátil (o la tablet en algún caso), suelen acompañarles también, ya sea para utilizar alguna aplicación de utilidad o para enviar el trabajo in situ vía Internet. Por supuesto, nada de usar el móvil para hacer fotos, no ya porque dé menos calidad que sus cámaras (aunque “a veces te saca de un apuro” nos dice Enric Bayón), sino también porque “cuando la gente utiliza el teléfono para fotografiar personajes famosos y publicarlo en sus redes sociales o regalarlas a medios de comunicación es algo que perjudica a nuestra profesión", comenta Joan Lladó.
Por lo que se refiere a accesorios menos relacionados con la fotografía pero igualmente útiles, nos ha llamado la atención la larga lista que nos han confeccionado los profesionales interpelados: “Una toalla de playa, chanclas, bañador, cremas para el sol, alguna gorra, y una nevera pequeña para llevar algunas bebidas. Algún tipo de cambio de ropa como pantalón largo o camiseta por si de repente hay que acudir a algún acto minimamente bien vestido, y algún tipo de tela o toalla para cubrir la cámara o cubrirme a mí mismo en según que tipo de fotos, para no ser visto” es lo que lleva Joan Lladó en sus mochilas. Y lo decimos en plural porque este paparazzi acostumbra a llevar varias para adaptarse a distintas situaciones y tener siempre a mano “una mochila discreta que no llame la atención sobre mi trabajo”.
Precisamente la discreción es la cualidad más importante del paparazzi según Enric Bayón, quien a su equipo añade una gorra, alguna peluca y ropa de otro color (para disfrazarse en caso necesario), además de un libro para las horas de espera. Raúl Terrel, por su parte, añade otro accesorio bastante específico de su trabajo: unos prismáticos, imprescindibles en verano “para buscar los barcos de los famosos que han salido de puerto para disfrutar de una jornada marinera”.
Por último, también es curioso comprobar que casi todos incluyen en su equipo un accesorio muy corriente: una banqueta abatible o similar “que se puede usar para alzarte cuando es necesario para alguna foto, o para sentarse en la larga espera”, según Raúl, o “una pequeña mesita portátil con silla y música para relajarse”, imprescindibles para ciertos trabajos de Rafa Aparicio, el fotoperiodista deportivo.Otro tema que nos interesaba conocer es cómo les sentó a este tipo de profesionales el cambio desde la era analógica a la digital. Un salto tecnológico que parece haberles facilitado mucho el trabajo, como reconocen los cuatro fotógrafos interpelados, aunque también haya traído problemas como el intrusismo, tal y como menciona Enric Bayón.